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martes, 21 de marzo de 2023

La playa de los barrioalteros es tan grande como una balsa en campos a pleno Sol

No tengo ni idea cuál era la playa donde se bañaban en verano los barrioalteros.

Tengo fotos siendo un bebé en la playa del Club de Baño, la que se llega por el entonces muro del ferrocarril y pasar por debajo del cable inglés al principio de la avenida Cabo de Gata. Esa sería la primera playa de la niñez.

Supongo que es la playa de las Almadrabillas. Y supongo que es el Club de Mar porque se ve una especie de muro cercano de fondo en mis fotografías.

Quizás era la playa de los barrioalteros porque en una foto familiar está Manolo, mi primo mayor, y una señora con gafas a la moda preciosas, de diseño de la época, con sus tres hijos, siendo yo un bebé.

O sea que esa familia y nosotros fuimos amigos mientras yo era hijo único durante unos años. No recuerdo quienes son pero íbamos juntos a la playa en aquellos autobúses de Circunvalación que parecían guaguas, que en verano iban tan abarrotados de regreso a casa que teníamos que volvernos de la playa andando.

A veces parabamos un coche de caballos que por casualidad iba vacío subiendo por la Carretera de Ronda.

Hubo una época que iba con mi padre casi todos los días, en invierno y verano con la moto Bultaco a la playa del Río donde buceaba. 

Me hacía correr unos entrenamientos muy fuertes en la playa sin tener en cuenta que era un niño pequeño de cinco o seis años, bastante frágil para ese tipo de pruebas atléticas sobre la arena.

Una vez me provocó unas agujetas tan grandes que no pude ir a la escuela durante más de una semana porque no podía andar.

Como almerienses la playa forma parte de nuestra cultura y pensamiento. Además, recuerdo ir con chavales que olvidé sus nombres a dar un garbeo de golfos por los carriles y veredas de los extensos campos que rodeaban entonces Regiones y que llegaban hasta Los Molinos y puede que hasta El Alquián y La Cañada, para  bañarnos en alguna alberca que de niño llamábamos balsas. 

Sinceramente nunca nos salió nadie que nos impidiera tales libertades y tampoco que saliéramos huyendo en estampida. Sí recuerdo tendernos bajo una higuera tras un buen y fenomenal baño en calzoncillos.

Cuando dejé de ir a la plaza Mula a jugar al fútbol, pasaba el santo día en la playa hasta que se hacía de noche, durante todo el año, en invierno y en verano en las Conchas, que ahora se denomina playa del Zapillo también.

Nunca coincidí en ninguna playa con amigos del Barrio Alto, ni siquiera con algún vecino, lo que me hace pensar que la mayoría de los barrioalteros son marineros de tierra, descendientes de campesinos y agricultores, tripulantes de secano, de tierra adentro, de albercas o balsas.

La primera playa a la que fui siendo un crío pues la de las Almadrabillas. Después la playa del Río más allá de la Térmica, la de San Miguel y por último la de las Conchas. 

Por cierto, nunca necesité aprender a nadar. Sabía nadar. Lo único que hacía mi viejo cuando nadaba era mantenerme alrededor suya.

Sin embargo mi madre no se acercaba nunca al agua ni a remojarse. Creo que tenemos muchas madres que tienen pánico al agua sin haber visto la película "Tiburón." 

Imagino una mujer con hermanos bastante bestias que en sus juegos playeros solían ser bastante brutos, cogiéndolas de las piernas y los brazos para arrojarlas al agua haciéndoles ahogaíllas, asustándolas con la cabeza bajo la superficie hasta que tragaran el líquido elemento salado y desagradable, forma de meter miedo escénico para siempre.

Recuerdo los chavales almerienses con la historia del supuesto pulpo gigante de la playa de la Térmica, en cuyo recinto estuve no pocas veces observando la expulsión del agua caliente que salía por las tuberías de retorno al mar. Yo nunca vi ningún pulpo gigante.

He encontrado esta mañana en Ideal este artículo sobre cuál es la playa de los almerienses en la actualidad. No he encontrado ningún artículo datado en  los años 50, 60 y 70 del siglo XX. 


Qué buenos recuerdos ser un sireno todo el año. Después fuí sireno durante treinta años en una playa lejana lejos de Almería.



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viernes, 20 de enero de 2023

La importancia de los Circuitos Oregón en el futbolista del Barrio Alto de Almería

Esto es un ejemplo de tabla semanal de entrenamiento para el fútbol del Barrio Alto donde hay que poner los puntos claves.

Voy a entrar de lleno en la ejecución de los circuitos de entrenamiento Oregón. Se llaman Circuitos Oregón porque fue donde se diseñó y se ejecutó su uso entre los atletas de dicha universidad.

Los circuitos que existen en el fútbol son adaptaciones, algunas mejores y otras peores. Lo que a mí me saca de quicio es el empleo de pesas y otras cargas que provocan sobrecargas, que están bien para los culturistas, pero no para el fútbol donde hay que correr mucho con el balón y sin el balón.

Son ejercicios donde de hecho se trabaja la habilidad y la rapidez sorteando todo tipo obstáculos que también llevan incluido técnicas de carrera.

En los circuitos no se trabaja la Anaerobia (la intensidad) sino la Aerobia pura y dura. O sea que son ejercicios aeróbicos duros.

Como el teatro de operaciones es todo el campo de fútbol, hay que saber diseñar ejercicios a lo largo del campo a dos bandas, una de ida y otra de vuelta, para que los jugadores vayan circulando a lo largo de los distintos obstáculos colocados como una rueda circular.

Yo siempre digo que "si quieres que tus jugadores tengan puntería endiablada, tienes que realizar muchos disparos a puerta" para que los porteros se entrenen en el cara a cara con los jugadores.

Esto os lo dejo dibujado en el gráfico del final.

La importancia de los circuitos y las rutinas que se emplean es primordial. No se puede estar todos los días machacando y los circuitos Oregón son una forma de preparar el cuerpo de los jugadores para los entrenos con ejercicios en los niveles máximos de los atletas. Si eres un entrenador o preparador físico y no ves a los jugadores de fútbol como atletas, más te vale que cuelgues tu título universitario en el rollo de papel higiénico del baño.

Los circuitos Oregón se realizan los lunes y miércoles, mañana y tarde, sin repetir los mismos diseños. Los viernes, días de prepartido, no interesa que sean muy duros ni medir los tiempos, y vienen bien muchos rondos.

Un ejemplo de entreno de circuito Oregón, por un lado a lo largo del campo de portería a portería y la vuelta por el otro sería:

Ida: 50 metros corriendo en técnica de carrera, que es básicamente elevando las rodillas hasta la mitad del campo.

Enseguida unas cuantas vallas a la altura de la espinilla que el jugador tiene que saltar mezcladas con otras más altas que tiene que pasar por abajo.

Lo siguiente es que tiene un balones preparados para ejecutar varios tiros veloces a puerta contra el portero y hacer un sprint de 30 metros por el otro lado del campo al siguiente obstáculo.

Vuelta: Ejecución en escalera de suelo, dribles, etcétera, es lo que se pueden incluir en la vuelta para al final tirar varios tiros a puerta desde fuera del área. Y vuelta a empezar con la ida.

Le puedes poner todos los obstáculos que se te ocurran y siempre estarán bien entrenando en ida y vuelta todos los jugadores de forma individual.

Incluso puedes crear dos circuitos paralelos de ida y otros de vuelta para comparar las habilidades entre jugadores.

Un dato muy importante en los entrenamientos son los tiempos de ejecución de los ejercicios. Pregúntese cuánto tiempo dura un partido?.

Si los futbolistas profesionales entrenan a lo largo del día de 6-8 horas mañana y tarde, no hay que tener prisas y cortar las ejecuciones de los ejercicios a los veinte minutos porque quiere meter otros. 

Esto no está bien porque lo que ocurre es que los jugadores no terminan de entrenar con perseverancia y meter cada quince minutos un ejercicio nuevo sin dar como mínimo una hora y media para una buena y eficaz asimilación de los jugadores teniendo en cuenta que se dispone de mucho tiempo para trabajar la perseverancia.

Cuando se diseñan ejercicios hay que saber que tiempo de ejecución ponerle. Los partidos de fútbol duran (45+45=90 minutos). Si se dispone de un montón de horas de entrenamiento, cortar los ejercicios de sopetón debería ser delitoo. Cuando se diseñan una serie de ejercicios complejos lo más importante es el tiempo de ejecución total equivalente a un partido de fútbol.

Ser un preparador físico de élite no es cogerle gusto al hecho de colocar conos de forma indiscriminada según se antoja. Para eso mejor te hubieras preparado para guardia civil de tráfico porque te has confundido de profesión.

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El Barrio Alto de Almería


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domingo, 8 de enero de 2023

El enfrentamiento a pedradas entre chavales del Barrio Alto de Almería

La Gran Guerra a pedradas entre chavales del Barrio Alto ocurrió a principios de los años 70.

No recuerdo que hubiese ocurrido en otra ocasión. Solo recuerdo esta guerra que se desarrolló durante quince o veinte minutos entre niños del barrio, involucrando a chavales de calle Martínez más allá de la huerta contra nosotros de los alrededores de la plaza Hornero, (involucrados de calle Olmo, Verbena, Leganitos, Molino, Béjar, Infante, Pancho, etcétera).

Estábamos en calle Redondo, en la esquina de la casa de Remedios Sorroche, a cinco metros de mi casa. Jugábamos a las cánicas o a los trompos en esa esquina que siempre daba el Sol.

En calle Leganitos vivían amigos míos pero también vivían algunos niños que nunca se juntaron con nosotros ni estaban en nuestro círculo de amigos.

Más allá de la huerta ocurría lo mismo. Habían niños que nunca fueron amigos nuestros, otros sí. 

Algunos niños se juntaban con vecinos míos que no eran amigos y viceversa. Como ellos eran los malos los de mi bando eran los buenos y no había nada que discutir.

Los  niños que estaban conmigo en calle Redondo a cinco metros de mi casa creo que eran los hermanos Sevilla que jugábamos en su misma puerta, mis vecinos Manolo Álvarez y Rosendo Quero, el Pepe de la Huerta, el Paco de calle Leganitos y algún niño más de calle Olmo y calle Pescadores. 

Jugábamos a los trompos o a las cánicas cuando vimos unos niños del vecindario que se nos quedaron mirando hasta que se perdieron por la esquina de calle Leganitos. 

No se fueron. Se repartieron entre la esquina de la huerta y la esquina de calle Olmo para tirarnos piedras.

Sea como fuere se lio la guerra sin que ni una sola vecina se asomase a la puerta de su casa para ver qué ocurría. 

Estuvimos de escaramuzas por las calles bastante rato. Nosotros estábamos muy curtidos en tirar piedras y hicimos retroceder al otro bando hasta la zona de las cuadras.

Que las piedras volaban y algunos niños recibían buenas pedradas en las piernas no era motivo para que terminase aquella guerra de escaramuzas. 

Cuando llovían piedras retrocedíamos a otra esquina y a veces pasaba por delante un kamikaze y recibía una buena pedrada en las piernas.

Lo que me dejó pensativo es que con el ruido de las piedras en las paredes y la guerra entre ambos bandos no asomase la cabeza ni una sola vecina. Ni para regañarnos ni para acabar con la contienda que teníamos montada. Ni una sola nariz asomó en ninguna calle.

Por calle Martínez hacia calle Molino habíamos hecho huir a unos cuantos chavales que se dieron la vuelta por la esquina de las cuadras de calle Olmo y por ahí volaban los aluviones de piedras.

Nos hicieron retroceder a calle Martínez por calle Leganitos y Redondo y la guerra continuó un buen rato hasta que tomé la decisión drástica de dejar de apuntar al grupo para hacerlo a un solo individuo.

Hasta entonces había tirado piedras a lo loco como hacemos todos, sin objetivo claro y al azar, piedras que volaban o rodaban y daban en las piernas con suerte o eran esquivadas.

Mi objetivo fue un niño que creo que vivía por la plaza Béjar. Asomaba su cabezón por la esquina de Leganitos tirando piedras hacia mi casa en cuya puerta me escondía yo y sus pedradas llegaban hasta la plaza Hornero.

Calculé su movimiento, el tiempo que asomaba la cabeza para tirarnos piedras, apunté y lancé la piedra bien alta con curvatura hiperbólica y no con fuerza y directa. 

El chaval no la vio llegar por encima de su cabeza y le impactó de lleno en toda su cocorota con toda la fuerza de la gravedad. 

El niño se puso a llorar, enseguida la pandilla dejó de tirar piedras, le protegieron y se lo llevaron para casa. Se acabó la guerra.

Desaparecieron todos de la calle. Una hora después, la madre, que venía de casa en casa en busca de  quién le había tirado la piedra a su hijo, se presentó en mi casa arrastrando a los otros niños y sus madres.

Mi madre me llamó asustada y me preguntó quién había tirado la piedra al niño. Las madres me miraban todas pendientes a ver qué decía. 

La madre y el niño me miraban buscando al culpable de la pedrada y yo sabía quién le había tirado la piedra. 

Ella no le preguntó a su hijo ni a su pandilla el motivo para empezar una guerra a pedradas. Le eché la culpa al niño más malo de nuestra calle y a la casualidad, que el cruce de piedras provocó que una impactara en la cabeza de su hijo porque todos tirábamos piedras.

La madre del chaval se fue enfurecida. Seguro que no le preguntó a su hijo la razón por la que nos atacaron a pedradas. 

Por mí le hubiese lanzado un cohete, pero en mi casa controlaban mis materiales desde que quemé los calcetines a una prima mía con un trucaje que le hice a unas bombitas.

Que los niños nos creíamos grandes cuando éramos pequeños no me cabe duda. No le llegábamos a nuestras madres por el hombro cuando con el paso de los años a duras penas nos llegaban nuestras madres por nuestro hombro.


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domingo, 1 de enero de 2023

A los futbolistas y equipos de fútbol barrioalteros

Estas palabras van dedicadas a los futbolistas barrioalteros que quieran triunfar en la élite del fútbol para dejar sentados incluso a las grandes estrellas mundiales. 

Da igual cuál sea tu técnica ni la posición del campo que ocupes, si no estás preparado físicamente por tu propia voluntad y entrenamiento propio, no vas a llegar a nada, porque el entrenamiento estándar de los equipos en los que milites te limitará si no tomas tú mismo las riendas de tu propia perfomance y preparación física.

Para triunfar en el fútbol tienes que ser capaz de realizar (10 veces x 1.000 metros a 3 minutos por kilómetro). 

¿Por qué diez kilómetros en series de mil metros?. Porque es la distancia media aproximada que corre un futbolista en noventa minutos de un partido y con esta intensidad irás sobrado de condición física sin perder velocidad ni prestaciones aunque sea durante un partido mucho más intenso de lo previsto. Por tanto, necesitas entrenar con gran intensidad. 

Tienes que estar preparado para cumplir con tu cometido en tu zona del campo para que el contrario no te avasalle con su condición física dejando tu técnica de jugador en evidencia.

Los equipos barrioalteros de fútbol deberían experimentar técnicas de entrenamiento para que los futbolistas entrenen en la alta intensidad y equilibre a cada miembro del equipo. 

No puede ser que cada futbolista esté entrenado en una intensidad diferente que provoca desequilibrio. No es bueno que un futbolista corra a 2:45 minutos por kilómetro, aguante tres kilómetros y los otros kilómetros del partido camine por el campo de fútbol con una pájara estratosférica. 

Mucho mejor equilibrio se obtiene que los jugadores estén entrenados para correr a 3:30 minutos por kilómetro y aguanten entre 5-6 kilómetros que otros que están entrenados para correr a 4:00 minutos por kilómetro y a la media hora del partido caminen renqueantes a duras penas el resto de los noventa minutos.  Les espera ser colista y el descenso.

Para entrenar la alta capacidad y la velocidad no hay nada mejor que realizar series que circunden todo el campo de fútbol o realizar circuitos que lleven al futbolista a la extenuación tras varias repeticiones.

Por ejemplo: Si una vuelta completa al campo de fútbol son 200 metros aproximadamente, estaría bien aplicar  un tiempo de entrenamiento a realizar esta rutina específicamente de 30 a 40 vueltas completas.

Las repeticiones solo ida con o sin balón incluyendo disparos a puerta de 100 metros dan mucha velocidad a los futbolistas. 

Las repeticiones de 200 metros con o sin balón dan mucha velocidad y resistencia a los futbolistas.

Las repeticiones de ida y vuelta dos veces, de 400 metros, da a los futbolistas gran resistencia y profundidad.

Entrenando estos esprines con una recuperación siempre igual o superior al tiempo realizado en cada tirada dan mucha perfomance y capacidad física de alto nivel.

Lo lógico es realizar cada tirada de 100 metros en un tiempo máximo de 20 segundos. Las tiradas de 200 metros en un máximo de 40 segundos. Y las tiradas de 400 metros en un máximo de 1:40 minutos. 

En los 100 metros realizar entre 30 - 40 tiradas. En los 200 metros entre 20 - 30 tiradas. Y en los 400 metros entre 10-20 tiradas. 

Los intervalos de recuperación por ejemplo, si en 400 metros se obtiene 1:40 minutos, lógico es que la recuperación dure 2 minutos antes de emprender la siguiente tirada.

Cuanto más rápido vayan todos los jugadores juntos más equilibrados estarán. Si los jugadores corren dos vueltas y media alrededor del campo en un tiempo de 3:15 minutos por kilómetro, estarán corriendo a 39 segundos los doscientos metros. 

Algo muy importante son el número de kilómetros capaces de mantener el ritmo juntos sin deshacerse sin que ninguno se descuelgue, algo a tener en cuenta para conseguir un equipo potente sin importar la división en la que tu club milite.

Lograr el objetivo de que tus futbolistas sean capaces de correr 8 kilómetros juntos sin descolgarse ninguno a un ritmo de 3:15 minutos por kilómetro, demuestra la capacidad del preparador físico o el entrenador para equilibrar un equipo que terminará por romper más pronto que tarde a todos los rivales.

La pedrea del entrenamiento idóneo que logra efectos brillantes en los futbolistas está en realizar tiradas entre 20-30 veces como mínimo, ya que (25 tiradas x 400 metros = 10 kilómetros), y (30 tiradas x 200 metros = 6 kilómetros) que representan el total de la media y un parcial importante de kilómetros que corre un futbolista durante un partido de fútbol. Y siempre añadiendo un intervalo de recuperación entre 1-2 minutos.

Una vez completada las sesiones de alta intensidad, en las siguientes 48 horas los futbolistas deberían entrenar ejercicios de menor rango y pocas dificultades: carrera s continuas moderadas en grupo o pases diversos tipo circuito hasta el 70% de intensidad como máximo. 

Lo más importante de un equipo tras la perfomance y el entrenamiento de alta intensidad es entrenar los sistemas defensivos en un área usando la mitad del campo fútbol.

Esto tras dar unas vueltas de calentamiento alrededor del campo o usando los rondos y los circuitos con baja intensidad.

No importa en qué división milite tu equipo. Si no entrenas a tus jugadores y los equilibras sufrirás las consecuencias de ser entrenador o preparador físico chatarra porque el resultado de tus entrenamientos se ven en el rendimiento de tus jugadores en el campo de fútbol.

Si encima te están pagando un dineral, estás vendiendo tu ignorancia a un club que te paga por el conocimiento que no tienes, lo que tú llamas trabajo pero te lavas las manos si el club desciende porque eres un incompetente. 

Seguro que tienes un comentario de menosprecio contra el que sabe infinitamente más que tú. Si te deja en evidencia engañas a los aficionados desviando las causas del rendimiento del equipo del que eres responsable y no quieres reconocer que lo cierto es que no tienes ni puñetera idea de fútbol.

¡Anda y acuéstate!



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lunes, 26 de diciembre de 2022

La tromba del 2 de abril de 1970 en el Barrio Alto

Los barrioalteros sabemos cómo suenan las tormentas sobre el Barrio Alto. Conocemos cómo caen las trombas sobre nuestras azoteas. 

El sonido de los relámpagos retumban en nuestras calles desde los secos barrancos del sistema de sierras donde las tormentas descargan cientos de litros de agua en un torrente que arrastra fango y piedras arrasando las ramblas de Belén y Amatisteros.

Durante muchos años pensé que hubo muertos en el teatro Las Vegas, una instalación portátil ubicada en el lateral de las ramblas del Barrio Alto. Suerte que ensayaba la compañía de Carmen Morell, estrella de la empresa Gómez Cabeza.

Aquella mañana en escasas tres horas diluvió 150 litros sobre la ciudad. 

Sentido es que lo peor se vivió en la rambla de la Chanca, en la avenida del Mar. La tromba se llevó la vida de siete personas que fueron arrastradas por una riada ensordecedora llena de fango y piedras.

Leo que "una vivienda de la calle Molino del barrio Alto se derrumbó y sus inquilinos fueron salvados por una patrulla de la Guardia Civil."

La extinta Policía Armada tuvo que intervenir para socorrer a varias personas que efectuaban practicas de conducir en las autoescuelas de la rambla de Belén. Se salvaron al subirse trepando a los árboles.

La tromba empezó a descargar sobre las diez y media de la mañana y se mantuvo con fuerza hasta la una de la tarde.

Pudo haber tenido consecuencias más graves si no se hubiese evacuado a vecinos y demolido viviendas de una serie de casas no habitadas que resultaron dañadas por la riada del mes de enero ese mismo año.

Era jueves, yo tenía ocho años y mi madre no me dejó ir a la escuela. Con hiperacusia severa de nacimiento recuerdo lo fuerte de aquella tromba. Las gotas gordas sonando en el terrazo que caían en el patio inundándolo.

Vecinas y vecinos ya informaban lo que ocurría en la rambla cruzando de su casa a la casa del vecino de enfrente para dar las noticias corriendo la voz. 

El agua que corría por la puerta de nuestra casa era mucha pero teníamos escalón alto. Algunas casas del vecindario tenían escalón bajo y entrada en descenso como mi vecina Frasquita.

Las aceras más altas de la calle las tenía mi vecino de enfrente. En su esquina con la plazoleta tenía cincuenta centímetros de altura. 

En la calle Morales y Pescadores todos tenían escalón alto y la calle Olmo igual. En la plaza Hornero la gitana que hacía esquina con calle Pescadores tenía escalón bajo y entrada en descenso, pero nunca vi que la Plazoleta se inundara.

Como mucho el agua se estancaba formando un enorme barrizal. Pero si llovía demasiado se escapaba por el callejón del Pajero a la avenida de Ronda.

La calle Molino tenía aceras bastante altas sobre la pista sin asfaltar. Desde donde yo vivía se entraba en ascenso y se bajaba en descenso leve a la parte de la calle Real cerca de la rambla. Era improbable que el agua de la rambla llegase a nuestra zona del barrio.

La rambla tiene sus tres a cinco metros en según qué parte del recorrido pero vi una foto de una casa de la esquina del barrio junto a la rambla que el agua llegó un metro. 

Los barrancos torrenciales son un desencadenante del sistema de sierras entorno a Almería que actúan como un sifón que hay que respetar porque la naturaleza avisa con torrentes menores de las peores trombas con periodicidad.

No sé cómo mantienen el cauce de la rambla bajo la moderna estructura recreativa de parque jardín teatro. No vi cómo lo construían ni sé si protegerá a los vecinos colindantes de las crecidas cuando se produzcan. 

He investigado por internet las presas nuevas que han construido en la sierra para prevenir las riadas y no he visto ni detectado ninguna en el barranco del Caballar que es la zona descenso de la tromba por la avenida del Mar en la Chanca.

Las presas de contención en la sierra:

1. Dique de Amatisteros en la Loma del Alguacil. 
2. Embalse de Amatisteros II.
3. Embalse de Belén Cagüela.
4. Dique de Cuesta del Gato.
5. Presa del embalse Belén Flores.
6. Presa de la rambla del Palo.



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viernes, 23 de diciembre de 2022

Los feligreses de las tabernas del Barrio Alto de Almería


Recuerdo que cuando pasaba la brigada de la Benemérita, se escuchaban muy fuerte los cascos de los caballos y la calle se quedaba más silenciosa que un cementerio.

Algunas veces por la misma calle silenciosa tuvimos algún borracho hablando muy mal. No nos dejaban ver quién era el individuo, tal vez porque no querían que supiéramos que era alguno de los vecinos, porque se quiera o no reconocer, le daban a la mala bebida, de esas que dejan el cerebro bien frito. 

Cuando pasaba alguno, seguro que era un vecino. Mi madre cerraba la puerta de la calle que por lo general en el barrio siempre las teníamos abiertas, para que no supiéramos quién rondaba borracho a horas intempestivas. 

Mi madre tocaba por dentro la puerta de nuestra casa gritando que se alejara y corriese el aire porque no quería que escucháramos lo que el individuo decía.

Algunos en el Barrio Alto hemos vivido encuentros desagradables con personas con el cerebro totalmente turbio por beber la bebida y el vino rancio y barato de las tabernas. También probable que hemos sufrido la violencia que ejercen este tipo de personas.  

Que las tabernas estaban muy bien y han pasado a la leyenda, pues sí. Pero no te cuentan las historias de los feligreses que han acabado sin cerebro violentando y dando disgustos a su mujer y a sus hijos.

He conocido borrachos alcoholizados con un temperamento amable que se sonríen cuando la mujer les regaña y lo que hacen es reírse y irse a la cama a dormir la mona sin ningún tipo de acto violento ni discusión. 

Contrasta con los borrachos ruínes que ocultan tras la máscara del alcohol una persona de la peor calaña y que además de sádicos son autodestructivos.

Las tabernas del barrio tenían a mi modo de ver tres tipos de feligreses:

1. El que iba a tomarse unas copas con los amigos jugando a los naipes, al dominó o a ver el fútbol.

2. El alcohólico sonriente y amable que le gustaba darle al vino, ese que siempre lo veías alegre y sonriente y nunca creaba problemas.

3. El individuo alcoholizado, sádico y violento, que oculta tras la máscara del alcohol un ser de lo más miserable. Su ira se desata y no la puede ocultar cuando bebe y la usa a través de la violencia contra las personas de su entorno sintiéndose poderoso, dominante y superior.

Así que cuando estas cosas sucedían en nuestro entorno cercano, mi madre por ejemplo cerraba la puerta para que no viésemos lo que pasaba en casa de algún vecino que nublado por la bebida aporreaba puertas y ventanas y le pegaba a la mujer.

Estos malnacidos nunca tienen reparación y puedo contar que un día llegaron de viaje dos hermanos de mi madre y mi tía casada con uno de ellos.

Ellos vivieron hasta el año sesenta en el arco de Regiones que se ve al otro lado de la plaza Horneros en la carretera de Ronda hasta que emigraron a Málaga. 

Uno de ellos era un individuo que conocía todas las tabernas del Barrio Alto y las de Almería y tenía el cerebro totalmente refrito por el alcoholismo más desagradable.
 
Llegó a ser torero novillero, fracasado. Camarero de profesión me contaban que era de lo mejor. Pero este tipo de individuos son como las personas maleantes, que solo tienen dos caras:  

1. Cuando tienen dinero.
2. Cuando no tienen dinero.

La mala gente toda igual, nunca cambian. Y lo peor es cuando ocurre en tu propia familia, y tu propio entorno padece el Síndrome de Estocolmo como una necesidad de defenderse del sufrimiento de un individuo que corrompe la propia vida.

Este personaje nunca dejó de ser feligrés de las tabernas de bebidas rancias y no sé cómo se le ocurrió al hermano mayor de mi madre traerlo a mi propia casa. 

El individuo se comportó normal sin estar bebido, lo propio de la gentuza cobarde y mezquina que no puede echarle la culpa a la bebida de sus malas acciones. Pero no tardó en irse a dar un garbeo. 

Supongo que recordando el estado en el que llegó, seguro que salió de casa para ir al centro, pasó en su caminata de ida por la "Taberna de los siete días" y después por la del "Texas" porque las conocía de otros tiempos lejanos. 

En su ronda por el centro de Almería seguro que estuvo en "El quinto toro" y otras tabernas del toreo como buen ex torero, y en otras más antes de regresar a mi casa de madrugada, aporreando la puerta totalmente borracho, pegando porrazos contra su hermano y su cuñada, armando follón y despertando a todo el vecindario.

La primera vez que veíamos eso en nuestra propia casa. 

Salíamos al pasillo asustados y mi madre nos metía en la cama. Pero nosotros teníamos miedo que le pasara algo a mi madre.

Mi padre no estaba, y de haber estado se hubiese convertido en una guerra sangrienta sin ninguna posibilidad de diálogo.

Mi tío y mi tía se vieron obligados a coger el coche de inmediato y volverse por donde habían venido esa misma madrugada por culpa del violento cabrón.

Tiempo después lo sufriríamos nosotros en nuestras carnes con creces durante años cuando nos fuimos del barrio.

Palizas y castigos diversos a altas horas de la madrugada mínimo dos veces por semana. Aquellos que nos tenían que cuidar, con Síndrome de Estocolmo,  haciéndonos creer que era muy bueno, pero tenía mala bebida. 

Las tabernas de vino rancio están bien y algunas son leyendas. Pero también tienen leyendas bien negras y muy oscuras respecto a individuos violentos en el alcoholismo con el cerebro más frito que una olla de comida quemada.

Así que perros de dos patas existían muchos en las Noches de Perros que salían de las tabernas confabulados. 

Los perros callejeros se desataban en el corazón del barrio y había que tener cuidado porque tenían el cerebro nublado por la bebida y otras sustancias.

Algunos rondaban por las azoteas provocando que los vecinos cerraran con buenas puertas los patios cuando se les escuchaba caminar entre las casas las peores noches de mal tiempo.


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martes, 20 de diciembre de 2022

La futbolista de la calle Barca del Barrio Alto de Almería

Sabéis? Hubo un tiempo que no se jugaba mucho al fútbol en la plaza Mula. No sé decir si el tiempo fue anterior o posterior a la creación del San Lucas.

Mi colegio era el Virgen del Pilar y allá iba cada mañana vestido con el uniforme colegial por carretera de Ronda que me llevaba mi madre, y comprábamos chuches en el kiosco Rogelio junto a la Cruz Roja, porque creo recordar que en ese mismo lado más arriba, había una papelería donde comprábamos libretas y bolígrafos, y ya coincidiendo con otras madres de Regiones y del Barrio Alto de la zona de la Farmacia que íbamos para arriba.

Si me lo pienso, quizás era una época que aún no estaban en el colegio ninguno de mis dos hermanos más pequeños. Íbamos y veníamos siempre por carretera de Ronda hasta que un día empezamos a bajar por calle Barca y cruzar las plazas Mula y Verbena.

Y tal vez ocurrió cuando ya mi madre me dejaba ir y venir solo del colegio, que cruzaba la calle Real por la farmacia y giraba por calle Barca que me encontré a chavales jugando al fútbol y había una niña futbolera un poco más grande que nosotros creo, que regateaba excelente y le gustaba jugar contra los niños.

Entendiendo que éramos niños y que no jugábamos a lo bestia, la niña tenía muy buena técnica y era una contrincante audaz. 

Cuando volvía de la escuela y los veía jugando, soltaba la mochila escolar de los libros en el suelo colocándolo de base de portería y jugaba con ellos al fútbol sin haber llegado antes a casa. 

Mi madre viendo que no llegaba iba sobre mis pasos a buscarme y me encontraba en la calle Barca jugando al fútbol con el uniforme sudando a chorros.

Creo que fue en la época que quitaron las clases colegiales por las tardes y extendieron el horario por las mañanas. Pronto nos quitarían la obligatoriedad del uniforme para poder acudir con nuestra propia ropa. 

Con un uniforme que sudaba obligaba a mi madre a lavarlo rápido para que estuviera seco por la mañana siguiente muy temprano.

Así que mi madre dejó de preocuparse si no llegaba a casa a la hora porque me encontraría jugando al fútbol a favor o en contra de la niña de la calle Barca y sus amigos.

La niña no vivía en calle Barca sino a dos o tres casas de la farmacia en la misma acera de calle Real. Creo que desde su casa la madre la veía jugar con los niños con ese porte parecido a un jugador del Barcelona que ahora no recuerdo el nombre porque si ella quisiera podría pasar por ser un niño y colarse en cualquier equipo masculino.

Que conste que era una chavala muy fuerte que podía darnos unos buenos puñetazos a nosotros si se le freía la sangre y podía mostrar malaleche dando patadas futboleras como cualquier niño del barrio con mal carácter y mal perder.

Los genios no son de genios sino de carácter y pueden no ser geniales.



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lunes, 19 de diciembre de 2022

Los animales domésticos en el Barrio Alto de Almería

A mí siempre me gustaron mucho los animales domésticos que tuve en mi casa del Barrio Alto.

Tuve gatos y perros, palomas y pájaros, y una cabra. Me gustaban mucho los animales pero me hicieron sufrir tanto que al final no puedo vivir con ellos si no es en un lugar donde vayan libres, no en un piso.

No recordaba cómo se llamaban los hermanos dueños de las cuadras de calle Olmo, me ha informado Trino que Juan "el Torcuato" era el más delgado. Lo digo porque la primera vez que fuí solo a Almería tenía veinte años.

Me paseé por las calles de mi niñez sin que nadie me reconociese. Pasé por las cuadras y estaba sentado en una silla en la puerta el hermano regordete. El otro rubio algo cojo no estaba y las cuadras ese día no tenían ninguna actividad. 

Hablé con él como si fuese una persona que no conoce el barrio y se quedó extrañado de las preguntas tan raras que le hacía, y me reía como buen bufón viendo que no tenía muchas ganas de hablar.

Cómo me iba a reconocer si cuando me fui del barrio le llegaba por debajo del pecho y con veinte años y un metro setenta y siete de altura no le iba a llegar por el sobaco.

Le di las gracias por la información y observaba mis movimientos por la calle Olmo cuando miré a ver si estaba el Spar. No había Spar. 

Volví hacia atrás a ver si estaba la "Taberna de los siete días" y estaba cerrada. Cada vez que pasaba le sonreía. Retorné por calle Olmo a mirar a ver si veía a una vecina que ahora mismo ya no recuerdo quién era. 

No toque en ninguna puerta, tan solo observaba si estaba habitada. Me fui para calle Martínez y giré para calle Verbena a ver si existía el ultramarinos. Creo que sí.

Entonces me dirigí a plaza la Verbena y estaban allí pegados a la pared de la casa tomando el Sol la mayoría de chavales. 

Algunos los reconocí y me reconocieron. Otros al crecer habían cambiado su fisonomía y eran más difícil de reconocer. No tardé mucho en irme porque se me quedaban mirando y yo no sabía cómo responder.

Me volví para donde las cuadras y el hombre se sobresaltó en su silla y yo me reía que me seguía con la mirada sin reconocerme.

Recuerdo perfectamente los caballos y mulos cuando los preparaban para los festejos, todos bien adornados con penachos de colores muy llamativos y campanillas que atrapaban la atención de la gente por la calle.

Pasaban por mi calle trotando ligeros provocando que los vecinos salieran de sus casas para verlos pasar con esas prisas y esos sonidos que dejaban a los niños babeando de alucinantes. 

Algunos aún los seguíamos hasta que giraban por carretera de Ronda viendo perderse en la distancia en dirección a alguna parte que desconocíamos.

Respecto a mis animales domésticos, gatos o perros ninguno llegó a viejo. Envenenados, asesinados o hechos desaparecer por el merodeador de azoteas que no son de su propiedad que también robaba palomas.

Había personas que ponían veneno a los animales domésticos y no recuerdo que ningún vecino de mi calle tuviese ningún animal doméstico libre, que pudiese tener libremente en la calle.

A veces pensé que había gente que comía palomas, gatos y no me extraña que también comiesen perros cuando no los envenenaba. 



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jueves, 15 de diciembre de 2022

La tienda de chucherías de calle Olmo del Barrio Alto de Almería

No creo que haya ningún niño en los alrededores de calle Olmo que no comprara chucherías en esta tienda de la esquina.

Recuerdo la Maya un mes de mayo, que vestimos a la hermana de Antonio que siempre jugaba con nosotros en la plazoleta. Ángeles creo que se llama. La vestimos muy guapa y mi madre la pintó. Nos fuimos con todos los armatoste a la carretera de Ronda, a espaldas de las casas de plaza Hornero.

No fue la única a la que vestimos muy guapa para la Maya. Un año recuerdo que vestimos a mi hermano pequeño porque las niñas ya tenían Maya. 

Pues después de un día fructífero de Maya todos a comprar chuches a la tienda de la esquina de la calle Olmo que tenía apariencia de plaza junto a la esquina de la cuadra de los caballos.

Por si no sabéis quiénes eran Ángeles y Antonio, vivían al inicio de calle Pescadores desde la plazoleta. Eramos muy amigos y desde muy pequeños tuvimos contacto.

Bueno, pues nuestra despensa de chuches era esa tienda que la dueña era muy coqueta y agradable, siempre vestía radiante con el rostro iluminado.

Recuerdo otro día que nos reunimos en mi casa la familia porque echaban por la tele los Globers Trotters. Mi viejo me dio dinero y fui corriendo a la tienda de chuches y volví corriendo a casa y ya había empezado el partido.

Le decía a mi viejo "Se me ha caído una bolsa de pipas Caranchas". El viejo como siempre "Pues haberla cogido, tonto!. Ve y cógela!". Iba corriendo a calle Olmo y cogía la bolsa pipas que se me había caído. 

Yo en estas cosas era muy callado porque el tonto era mi viejo. Si voy cargado de chuches desde la esquina de calle Olmo a mi casa y se me cae una, si intento cojerla se me caen otras, no?. A ver quién es el tonto?. 

También vestimos de Maya a la Mada, mi vecina Magdalena a quién llamábamos Mada. Y nos juntamos mis hermanos y su hermana Reme con mis primos lejanos los Álvarez (Paco, Manolo, Pepi y Ángeles) y los hijos de Rosendo Quero y más niños de mi calle, y algunos de otras calles. En cuanto juntamos bastante dinero salimos pitando para la tienda de chuches.

Cuando nos hicimos más mayores olvidamos las Mayas y el juguete pasó a ser un balón que nos dio muchos quebraderos de cabeza a causa. Que había vecinas que nos quitaba la pelota incluso en la plaza Mula cuando jugamos algunas veces.

El fútbol nos trajo también el baile en la calle Morales, con el Nino Bravo, Módulos, los Eva María se fue, los rayos de Sol oh oh oh, el Black is black que parecía chino, el blanquito del Mami Blue, el último Guateque, el American Woman de The Guess Who rallando el tocadiscos y otras canciones Yeyé que se unían a las baladas de amores insufribles de cantantes con claros estigmas sociales necesitados de psiquiatras cuando no había, y casi nos hacían llorar por la nena que se les ha ido con otro. 

Hoy me es imposible escuchar esa música y la única que se salva es América Woman. Soy Pink Floydiano y escucho ópera moderna según quién cante.

A pesar del fútbol y los guateques en la casa de calle Morales, nunca olvidamos las chuches ni la tienda de chucherías. Seguíamos con prisas y corriendo a la hora de comprar chuches cuando sonaba en nuestros bolsillos las perras gordas.

Las garrapiñadas, los chicles, los garbanzos tostados, las pipas, los tostones, las papas fritas, incluso bombitas, petardos y cohetes con palos lanzaderas, pequeños fuegos artificiales para lanzar al cielo nocturno del Barrio Alto.


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Cuando las cosas no iban bien en las familias del Barrio Alto de Almería

Tengo, como todos, recuerdos frustrantes de la niñez.  Eso que los nuevos entendidos de la psicología aplicada llaman traumas. Todos hemos c...