Mi colegio era el Virgen del Pilar y allá iba cada mañana vestido con el uniforme colegial por carretera de Ronda que me llevaba mi madre, y comprábamos chuches en el kiosco Rogelio junto a la Cruz Roja, porque creo recordar que en ese mismo lado más arriba, había una papelería donde comprábamos libretas y bolígrafos, y ya coincidiendo con otras madres de Regiones y del Barrio Alto de la zona de la Farmacia que íbamos para arriba.
Si me lo pienso, quizás era una época que aún no estaban en el colegio ninguno de mis dos hermanos más pequeños. Íbamos y veníamos siempre por carretera de Ronda hasta que un día empezamos a bajar por calle Barca y cruzar las plazas Mula y Verbena.
Y tal vez ocurrió cuando ya mi madre me dejaba ir y venir solo del colegio, que cruzaba la calle Real por la farmacia y giraba por calle Barca que me encontré a chavales jugando al fútbol y había una niña futbolera un poco más grande que nosotros creo, que regateaba excelente y le gustaba jugar contra los niños.
Entendiendo que éramos niños y que no jugábamos a lo bestia, la niña tenía muy buena técnica y era una contrincante audaz.
Cuando volvía de la escuela y los veía jugando, soltaba la mochila escolar de los libros en el suelo colocándolo de base de portería y jugaba con ellos al fútbol sin haber llegado antes a casa.
Mi madre viendo que no llegaba iba sobre mis pasos a buscarme y me encontraba en la calle Barca jugando al fútbol con el uniforme sudando a chorros.
Creo que fue en la época que quitaron las clases colegiales por las tardes y extendieron el horario por las mañanas. Pronto nos quitarían la obligatoriedad del uniforme para poder acudir con nuestra propia ropa.
Con un uniforme que sudaba obligaba a mi madre a lavarlo rápido para que estuviera seco por la mañana siguiente muy temprano.
Así que mi madre dejó de preocuparse si no llegaba a casa a la hora porque me encontraría jugando al fútbol a favor o en contra de la niña de la calle Barca y sus amigos.
La niña no vivía en calle Barca sino a dos o tres casas de la farmacia en la misma acera de calle Real. Creo que desde su casa la madre la veía jugar con los niños con ese porte parecido a un jugador del Barcelona que ahora no recuerdo el nombre porque si ella quisiera podría pasar por ser un niño y colarse en cualquier equipo masculino.
Que conste que era una chavala muy fuerte que podía darnos unos buenos puñetazos a nosotros si se le freía la sangre y podía mostrar malaleche dando patadas futboleras como cualquier niño del barrio con mal carácter y mal perder.
Los genios no son de genios sino de carácter y pueden no ser geniales.
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