Cuando yo era un niño, se montaban hogueras enormes en la plazoleta Horneros.
Siendo tan pequeño no podía irme muy lejos, así que la plazoleta Horneros ya era bastante lejos de lo lejos que podía irme.
Por calle Martínez, lo más lejos que podía llegar sin poner de los nervios a mi madre era la curvatura del muro de la huerta, justo la casa de Doña Genara, donde la calle se abría y veías aparcados camiones de un vecino camionero.
La primera vez que me fijé en Don Lucas Verdegay fue durante una hoguera en la plaza Horneros.
La hoguera parecía quedarse sin nada que quemar y de repente aparecía Lucas con un pelotón de personas arrastrando todo tipo de muebles rotos, palos, maderas, etcétera, para poner el fuego tocando el cielo.
Me acuerdo un día que estaba sentado en la acera del vecino, esquina calle Martínez con la plazoleta.
Habían traído tantos muebles y maderas para quemar, que el diámetro de la base ocupaba todo el centro de la plazoleta sin que ningún coche pudiera pasar hacia la carretera Ronda por la cuesta hacia la Cruz Roja, aunque a duras penas podían girar para ir por el callejón del Pajero.
Sentado en mi esquina con algunas vecinas de mi edad, (2, 3 o 4 años), veía a Lucas Verdegay ir y venir por la calle Morales a la plazoleta continuamente, horas antes del anochecer.
Lucas Verdegay parecía el capataz experto de un grupo que se iban de vacío y retornaban con todo tipo de materiales para alimentar el fuego eterno de nuestra niñez.
Quienes colocaban los muebles con cuidado en la montaña, nos gritaban que nos fuéramos a la esquina cuando por curiosidad nos acercamos para verlos amontonar con maestría muebles enormes, que de estar pocos agarrados, podrían desprenderse.
Así fue cómo me fijé por primera vez en Don Lucas Verdegay y en los demás niños mucho más mayores que yo.
Lo de montar el Lucas CF, solo sé que jugaba con los otros niños en la plaza Mula, llegaron unos y dijeron que Lucas estaba creando el club. Nos dio unos papeles para que lo firmaran nuestros padres. Y mi padre lo firmó.
Llegué a pensar que era un proyecto serio. Jugábamos en la plaza Mula pero nunca vi que nos ficharan, o tal vez no lo recuerdo, porque yo sí recuerdo rellenar cartones de colores, que eran las fichas para federarse.
Vivimos las fiestas en algunos pocos guateques. Ir a no sé dónde. Sillas en la puerta de la casa de Lucas, hablar de no sé qué.
Y al rato irnos a la otra casa, donde tenía un tocadiscos de tapadera y hacía sonar los Módulos, los Fórmula V y incluso Manolo Escobar.
Don Lucas Verdegay nos tuvo controlados durante cierto tiempo. Ignoro cómo acabaron todos esos proyectos pero sé por su hija que falleció en 1974 o 1975.
En octubre de 1975 estaba estudiando Ingeniería Técnica y Maestría Industrial. Tenía 14 años recién cumplidos y lo único que me interesaba era jugar al fútbol en el recinto de la escuela técnica.
Yo siempre que juego, recuerdo una imagen que se me quedó grabada por sentirme decepcionado.
Estábamos hasta los topes de gente en la plaza Mula. El día anterior habíamos jugado contra un equipo y creo que nos dieron un repaso.
Me sentía decepcionado y enfadado porque durante el partido contra un club de fuera, mis propios compañeros no me pasaban cuando estaba desmarcado, y me pasaban cuando estaba marcado. Todo muy a disgusto.
Entonces ese día siguiente hubo entrenamiento y estaba la plaza Mula hasta los topes, y Lucas se puso a hablar con alguien y cada vez que metía un gol, fui a decírselo porque no prestaba atención.
Así hasta 19 veces. Metí 19 goles durante el entrenamiento porque mis compañeros me pasaban. No como el partido del día anterior, que no me pasaban.
Pero Lucas estaba hablando con alguien y no prestó atención en todo el partido entrenamiento. A saber tú qué hablaba con el otro hombre como para no seguir las evoluciones.
¿Cómo iba a saber lo que le pasa a un delantero centro?.
Muchos habrán jugado toda su vida al fútbol, pero siguen sin saber lo que es un delantero centro.
Tras esos tiempos del San Lucas, si querías encontrarme, me encontrabas en la playa, a todas horas, todos los días, incluso en invierno, aunque hiciera grandes marejadas, el nene jugaba con las olas.
¿Dónde estaba?. No jugando al fútbol. Estaba en la playa jugando con las olas o vagabundeando con la bicicleta.
Ya no tenía cercanía ni conexión con Don Lucas Verdegay.
Yo lo recuerdo con la risa burlona en los ojos, las cejas pobladas, un bigotillo fino, no estoy seguro, y lo veía grande, aunque veía más grande a Lucas hijo.
Tenía un rara coincidencia con Cristóbal, mi primo segundo, el primo de mi padre, que a veces venía de Tabernas a visitarnos.
Don Lucas Verdegay siempre será una leyenda de nuestra niñez en el Barrio Alto.