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jueves, 16 de octubre de 2025

Dónde comer bien en el Barrio Alto y Regiones (Almería)

He pasado la noche en vela. Tal vez se espera una cambio del tiempo o quizás es la neblina del humo de los incendios de Canadá.

El caso es que he tenido tiempo para reflexionar dónde desayunar y comer en una hipotética escapada por los alrededores del Barrio Alto y Regiones.

 Ya saben que yo no vivo en Almería pero cuando vivía en los Pirineos y pasaba por Almería, no recuerdo haber encontrado un restaurante a mi gusto, con mis convicciones, decente a mi observación de viajero.

Recuerdo haber ido a Almería varias veces, entrar en una pastelería entre las calles Canónigo Alonso y Sagunto, (no sé cómo se llama ese barrio) y comprar unos pasteles típicos como las media lunas de chocolate y merengues que todos conocemos, y disfrutar como un loco como si fuera el niño que fui.

En otra ocasión que venía de los Pirineos por carreteras secundarias para pasar por Almería, llegando por la carretera AL-3202, entrando en la avenida Cabo de Gata, me paré en el primer chiringuito que encontré junto a una urbanización nueva, y casi me envenenan con un filete asqueroso al tacto casi esponjoso, que tuve que vomitar.

Me entraron muchas ganas de ser mala persona, de tomar represalias, pero llevaba encima un cansancio tan grande tras 1.200 kilómetros por carreteras secundarias, que no pensaba con claridad. 

Posteriormente camino de Málaga por la zona del Poniente entre Aguadulce y Vícar encontré un Burger King.

Y esperando en la cola, una gachí rubia acompañada por un individuo que parecía que no se enteraba de nada, empezó a acosarme y le di una buena patada fingiendo que me inclinaba hacia adelante.

Otro día que pasaba por la misma zona quise encontrar ese Burguer King y encontré un Mc Donald que evité porque yo nunca entro en los Mc Donald. 

Era verano pero en Almería estaba casi todo cerrado y las carreteras vacías.

Si pregunto por un restaurante en el Barrio Alto, me sale el restaurante Barrio Alto de El Alquián, que parece ser una marisquería, en calle Magallanes, con unas reseñas increíbles y unos platos bien vistosos.

Si me decís los bares, restaurantes y kioscos del Barrio Alto o Regiones donde se pueda comer muy bien, los iré incluyendo en la lista de este post.

Preguntando por kioscos para comer en el Barrio Alto, me sale el de Los Pintores, kiosco - asador Los Domínguez, con buenas reseñas.

Así que lo pongo primero.


1. Kiosco asador Los Domínguez 

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miércoles, 15 de octubre de 2025

Cuando nuestros padres se van, llora el Barrio Alto

Cuando murieron mis padres, sentí mucha desesperación e impotencia.

Estoy seguro que algunos lo sentimos bien fuerte. 

Lo peor fue mirar los rostros de quienes tenían que haber ayudado y se convirtieron en un problema. 

Cuando perdemos a nuestros padres, entramos en un túnel del espacio-tiempo, donde los sufrimientos habidos y por haber, nos van a pasar factura.

Veremos nuestras defensas bajas y nuestras emociones desesperadas.

Ver a nuestros padres con una enfermedad incurable, al principio parece que solo nos roza, pero cuando el cuadro médico se complica, otras enfermedades van saliendo, y sabremos que los llevará al colapso.

Mi padre estuvo enfermo mucho tiempo pero no se dejaba acompañar ni ayudar. Yo pasaba por su pequeño local día sí día no, hasta que dejó de aparecer en el bar donde tomábamos café y vi su pequeño local tres días sin mover ni una sola persiana.

Fui al centro de salud a reclamar a su médico una ambulancia. Desobedecí a mi padre y el médico me preguntó si mi padre quería una ambulancia.

Le dije que la pedía yo, y lo llevaron primero a un hospital y después a otro. Y allí a los cinco días murió. 

Estando en el primer hospital, le pregunté al médico qué le pasaba, y mi padre lo señaló con el dedo amenazando posiblemente con denunciarlo si me contaba algo. 

Seguro que habéis pasado por trances parecidos en el mismo tránsito. Aunque no te des cuenta, las tensiones se van acumulando, dentro de tu propio cuerpo.

Pero la primera en caer enferma fue mi madre. Tenía una enfermedad incurable que evolucionó a lo largo de cincuenta años, y evolucionó agresiva en los últimos años.

Creó un cuadro médico de hasta veinte enfermedades distintas todas juntas socavando su salud.

Es lo que ocurre cuando una persona enferma, sin que haya forma alguna de recuperarse.

Muchos años antes de irme a vivir a los Pirineos, tuve un encontronazo con la dueña de un geriátrico privado, que se publicitaba en mi grupo de poetas y escritores en un bar mientras tomábamos unas copas.

Costaba un ojo de la cara tener a tus seres queridos al cuidado de estas personas, y yo pensé que todo ese dinero que cuesta encerrar a una persona mayor, es un bien preciado para un hogar con recursos justos.

Lo cierto es que abandoné los Pirineos para volver a casa, porque un día, como siempre, fui de visita de incognito a Torremolinos, esperé dentro de un bar con grandes cristaleras que se veía perfectamente la calle, y vi salir a mi madre de su trabajo, desvariando de tal modo que me dolió, y eso fue un indicio de lo que pasaría dos años más tarde.

Ya en Málaga supe que ninguno cobraba la jubilación. O sea que, habían perdido tres años de jubilación porque, nadie, ni ellos mismos, echaron los papeles para jubilarse. 

A pesar de que remití una carta a Madrid para que le pagaran los tres años de jubilación atrasada, el individuo que me contestó me escribió:

"La jubilación se paga desde el mismo momento que el jubilado mete el papel para jubilarse en la sucursal que le corresponde".

Cuando mi madre cayó enferma, llevaba ya dos años en Málaga, pendiente de los papeles de la casa nueva que me iban a dar, porque el barrio entero lo iban a derribar.

Así que creí que no estaba preparado para ello pero lo estaba. 

Mi familia quiso internar a mi madre pero yo dije que no, y me la llevaba a mi casa vieja. 

Pero después dejé que mi hermano pequeño la tuviera en su apartamento de Benalmádena hasta que me dieron la casa nueva. 

Durante ese tiempo pasé cientos de horas en las instituciones arreglando papeles de la enfermedad de mi madre. 

Pero los primeros en ponerse bravos y crear problemas fueron mis padres.

No hubo día que yo no estuviera en alguna instancia esperando durante horas a lo largo de diez años como mínimo, ya fuera por una causa o por otra.

En junio de 2007 le dieron a mi madre la dependencia con trampa. 

Mi madre tenía 100% de invalidez y para pagarle menos por los meses de retraso, tuvieron la maldad de puntuarla con 88 puntos.

Me sentí totalmente perjudicado. Mi dinero en la cartilla bancaria había disminuido desde el 2004 al 2007 a pasos agigantados. 

A pesar del recorte seguí para adelante porque no me quedaba otra. 

Al principio me tomaba de vez en cuando cinco días para despejarme viajando a los Pirineos con un coche de alquiler.

Visitar a mis amigos rompía con todo lo que tenía en Málaga, pero cuando nos dieron la casa nueva, (era de mi madre), empecé a llevarla conmigo de viaje.

Se portaba muy mal, como si yo le debiera algo. 

No me dejaba dormir en los descansos de conducir. 

Se ponía a toser molestando mi cabezada durante los viajes, creando problemas en mi estima.

Dos años después, en un viaje me dice "¡Berna, no me voy a portar mal!". 

Y a partir de ahí empezó a disfrutar de su viaje regalado y dejó de provocarme.

Se llegó a enamorar completamente del valle donde viví.

Un día se me ocurrió preguntarle: "Mamá, ¿tú crees que por viajar a mi manera estoy loco?". 

¡Menudo cambio dio a su respuesta!.

Tiempo después hice pasar a mi madre por otro cribado en las instituciones sociales, y esta vez la puntuaron por encima de 90 y le dieron el cien por cien de la Ley de Dependencia. 

Al poco hubo un cambio de gobierno y el imbécil que gobernaba nos robó casi 100 € al mensuales. 

Así que los primeros que provocan problemas siempre son los enfermos.

Después se van sumando quienes aparentan ayudar pero no hacen nada.

Todos buscando romperte la crisma.


Cuando nuestros padres se van, llora el Barrio Alto



martes, 14 de octubre de 2025

Sueños de juventud (poema de amor sobre el Barrio Alto)

Bien cantaba mi ruiseñor, 
al son de las campanas,
el tesón de mi corazón, 
hacia aquellas melancolías 
y tristes añoranzas, 
que hacían temblar 
a aquellos otros corazones, 
en las tertulias del atardecer, 
sentados sobre sillas y taburetes,
sudándoles las frentes, 
soñando con el mañana.

Y cuando sea mayor, 
seré como ese alguien 
con quien siempre sueño.

Y cuando sea mayor, 
acompañado por esas
bellas mis mujeres, 
viajero por el mundo 
como rico mercader.

Suena la flauta triste, 
sin nadie para consolarla, 
solo ese muchacho insiste, 
meciéndola, adorándola, 
susurrando esa canción 
de amor y de ternura, 
frescos labios y hermosura, 
sueños ansiados por esa 
fina alma insegura.

Cómo sentir amor
sin tener su beso, 
ver brillar su alma 
sin tener su reflejo, 
de su amor amado 
en cualquier momento.


sábado, 11 de octubre de 2025

¿Cómo vacunar a las vacas?. Cursillo para aprendices del Barrio Alto

Ayer vi a la amiga Rocío Verdegay poner la cajita de desinfección de las agujas y la jeringas que tanto espanto nos metió en el cuerpo en la década de 1950-60.

Creo que lo hizo para erizarnos el pelo sin electricidad. Lo peor es cuando nos acordamos de los practicantes y las practicantas, que a la hora de pincharnos parecían disfrutar lo suyo haciéndonos pasar un muy mal rato.

Este cursillo de cómo vacunar vacas ayuda desinteresadamente a dominar la técnica para vacunar amigos, vecinos y enemigos que, por bajón de defensas han enfermado y necesitan una ristra de vacunación diaria o semanal. 

Por si no lo saben, las vacunas se llaman vacunas porque procede precisamente de la vacunación del ganado vacuno, ya que las vacunas o inyecciones las inventó un veterinario 😂

O sea que, los pinchapapas de humanos tienen su raíz en los pinchapapas de vacuno 👿😸

Veréis, como la vaca no habla como nosotros, no entiende cuando la vamos a vacunar y le decimos que se esté quieta.

Entonces la técnica para vacunarlas es agarrarlas con el dedo gordo y el índice bien fuerte de las fosas nasales para impedir que la vaca se mueva cuando le clavamos la jeringa cargada con la aguja en el pescuezo.

 Lo principal es tener la jeringa con la aguja bien colocadas en los posadedos, tener valor para clavarle la aguja mientras apretamos las fosas nasales inyectando el contenido suavemente en el cuello de la vaca. 

Una vez inyectada la vacuna con su contenido, puedes soltar las fosas nasales de la vaca, que si le ha dolido te mirará mal si no le sueltas su manjar de sal para perdonar tu mala leche 🤪 

Se me olvidó poner lo que pasó en mi centro de salud cuando me llamaron para ponerme la COVID.

Había bastante gente y le dije a la enfermera que me diera las inyecciones que ya me las ponía yo solo.

Ella me dijo que no sabía poner inyecciones. 

Yo le comenté que había aprendido a ponerle inyecciones a las vacas.

Y una mujer que le habían puesto la COVID, la antigripal y la neumococo, se puso a llorar al escucharme decir eso 😂🤣

La enfermera me puso todas esas inyecciones y le pregunté que si había alguna más 😂

"Vete, vete. Estás asustando a la gente" 🤣😂🤣🤣😂🤣

miércoles, 1 de octubre de 2025

Brigitte Bardot: cosas que nunca he contado

Brigitte Bardot era amiga mía desde que hacía películas en Almería.

Vivía en una casa mata a quinientos metros de la mía y la veía pasar moviendo la cadera casi todos los días. 

Me veía, me miraba y me lanzaba un beso 💋 a través del aire, llamándome "Niño guapo". 😂 

Su casa estaba enfrente de la casa de mi tía, en Los Molinos, pero yo la veía por la playa, limpia de maquillaje y con ojeras. 

Ella estiraba su toalla sobre la arena, y me saludaba "Hola, niño guapo", y el hombre que le acompañaba se me quedaba mirando, preguntándole a la dulce Brigitte de qué me conocía. 

El fanfarrón le dijo algo riéndose de la Brigitte, y esta lo pateó y lo echó de su lado, "Va te faire foutre, connard", y se deshizo de él. 

Me miró y me dijo " Niño guapo", mientras yo veía al machote irse de la playa echando humo por las orejas, observado por la gente.

La dama se colocó un sombrero de verano de ala muy ancha, unas gafas de sol muy grandes y movió un poco su sombrilla antes de soltarse un poco el sostén del biquini.

Cogió su copa de cóctel que le había servido su asistenta, se echó crema por todo el cuerpo y la cara, y se tumbó sin acordarse del fulano que había echado por decirme alguna payasada.

Ella tenía como treinta años. Yo quizás no tenía cumplidos los siete años. 

Cuando tenía calor, me levantaba y salía corriendo para echarme de cabeza al agua. 

A veces me iba a la punta del espigón, y ella disfrutaba observando a través de sus grandes gafas de sol, mis peripecias dejándome llevar por las olas.

Un par de horas después, solo buscaba sombra, estaba achicharrada 😂 parecía una niña loca metiéndose en el agua, y una vez dentro no quiso salir.

Hizo que su asistenta entrara en el agua con la copa de cóctel, le sujetó el sombrero y las gafas y metió la cabeza bajo la superficie sintiéndose aliviada.

Miró a su alrededor buscando dónde estaba y vino al espigón. Se sentó a mi lado junto a mis amigos, observando lo clara y llena de luz que era el agua de la playa.

Plena de energía se puso de pie, aseguró sus pies para no resbalarse, y se zambulló cuál sirena de un libro de mitología. 

La vi llegar a la orilla, ponerse un chal, su asistencia recoger todo, y se fue de la playa diciéndome adiós con el brazo, lanzando su beso al aire.

Mucho tiempo después, estaba sentado en el peldaño de mi casa y la vi llegar por la plazoleta Horneros. Entró en la calle Martínez totalmente vacía, se paró frente a mí, me llamó "Niño guapo" y me dijo que se iba.

Yo estaba pintando el gorila Maguila en una libreta de dibujo. La miré, nos dimos la mano, y siguió su camino en dirección a la huerta, sola, sin asistencia, para no llamar la atención, y lo cierto es que pasó desapercibida.


Cuando las cosas no iban bien en las familias del Barrio Alto de Almería

Tengo, como todos, recuerdos frustrantes de la niñez.  Eso que los nuevos entendidos de la psicología aplicada llaman traumas. Todos hemos c...