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miércoles, 12 de noviembre de 2025

Cuando las cosas no iban bien en las familias del Barrio Alto de Almería

Tengo, como todos, recuerdos frustrantes de la niñez. 

Eso que los nuevos entendidos de la psicología aplicada llaman traumas.

Todos hemos caído alguna vez y después nos hemos levantado. 

He visto caer mucha gente conocida y no volver a verla nunca más.

Uno de mis mayores traumas fue ver a mi madre desvalida, sin dinero y sin futuro, llenando la casa de muñecas por todos los rincones. 

Recuerdo vecinas de luto llorando por sus maridos muertos. 

También hombres que no habían llorado nunca sin un rincón donde ocultar su llanto por la esposa muerta.

¿Dónde fue eso?. No lo sé. Pero yo estaba allí en el sepelio. 

Lo recuerdo. Aquellos olores a lo que sea que habían perfumado. 

La caja de la fallecida o fallecido rodeada por un batallón de mujeres con el pelo cubierto por una mantilla negra casi transparente. 

La vigilia nocturna a la luz de las velas.

El barrio no solo está construido con los cimientos de las alegrías. 

También está construido con los sinsabores de la más amarga de las penas.

De los traumas que no queremos recordar. 

De la más profundas de las miserias.

O vives la vida o mueres en vida. 

Amigos que nacieron a tu vera, que se quedaron en el recuerdo, sin verlos crecer. 




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