Vistas de página en total

Translate

viernes, 25 de agosto de 2023

Luís el de los Perros pasea por la playa de nuestra niñez en Almería

Os voy a contar una anécdota que vivimos mis hermanos pequeños y yo a finales de los años 60 con un persona cuya alma será eterna en Almería como en el Barrio Alto, puesto que muchos se acuerdan de él.

Yo soy el mayor sobre mis hermanos. El que siempre estaba en la playa en invierno y en verano. En época estival mi hermano pequeño, Paco, salía de las faldas de mi madre y nos íbamos con mi otro hermano, Pepe, a la playa donde estaba Miguel, un vecino del Zapillo amigo nuestro que alquilaba los hidropedales de madera.

A Miguel el de los Hidropedales a veces le alquilamos nuestro hidropedal preferido durante algunas horas hasta hartarnos. 

Tampoco es que nos fueramos muy lejos siendo tan pequeños pero nos gustaba subirnos en el lomo del hidropedal y saltar al agua tan clara que tiene nuestras playas hasta alcanzar el fondo marino a tres metros o cuatro metros de profundidad.

Jugábamos a ver quién subía más arena del fondo procurando que no se nos escapará de las manos en la subida a la superficie. Íbamos acumulando arena en el hidropedal hasta cansarnos del juego.

En invierno siempre estaba solo en la playa después de llegar de la escuela. No me daban miedo las olas y sin alejarme del rompeolas las saltaba o las evitaba por el fondo. Incluso llegué a ponerles nombre según lo grande que era la ola.

Los veranos con mis hermanos pequeños en la playa nos poníamos cerca de Miguel el de los Hidropedales, nuestro amigo del Zapillo, que a veces tenía necesidad de ausentarse y me dejaba a cargo durante minutos para que atendiese si alguien demandaba un hidropedal.

Un día mis hermanos Pepe y Paco se me acercaron llorando. De repente un hombre enorme se apareció frente a nosotros. Se dirigió a mi hermanos pequeños y a mí como si nos conociera de toda la vida. Pareció que nos quería saludar y todo.

La cosa es que mis hermanos se asustaron muchísimo y entraron en pánico. Les hice correr para salir de la playa delante mío y subimos espantados el terraplén hacia la calle y corrimos hacia la carretera principal del Zapillo sin darme cuenta que mi hermano más pequeño, Paquito, se había quedado atrás. 

Mi hermano Pepe me avisó, paré y retrocedí en busca de mi hermano pequeño, que no podía con su alma y lloraba de espanto. Yo vigilaba la calle hasta la playa totalmente vacía sin que nadie nos persiguiera. Cogí la mano de mi hermano pequeño y lo ayudé a correr hasta la esquina donde nos esperaba mi hermano Pepe.

Mi viejo fue a la playa conmigo y le preguntó a Miguel el de los Hidropedales por la persona que había asustado a mis hermanos. No me acuerdo que le dijo pero mi padre sonrió. Una hora después estábamos de nuevo en la playa solos.

Eramos pequeños y el hombre parecía enorme 😸 Pocos días después mi madre nos sacó a la carretera de Ronda. Estuvimos esperando un rato sin saber con qué intención. Justo entonces bajaba Luís el de los Perros en un ciclomotor Ducati naranja como si el encuentro hubiera sido preparado. 

Estando mi madre, mis hermanos no se asustaron, sobretodo el pequeño que se agarraba a su falda. Se paró junto a nosotros y nos abrazó con risas. El susto de mis hermanos pequeños se borró. Empezamos a verlo como un amigo al que saludábamos cuando lo veíamos por Carretera de Ronda en el ciclomotor.

Nosotros seguimos yendo a la playa solos para situarnos al lado de nuestro amigo Miguel el de los hidropedales. Luís el de los Perros no nos volvió a dar miedo y él sabía que podía acercarse a nosotros y saludarnos porque era nuestro amigo.

Me cuentan que él era así. Se acercaba y metía miedo a cualquiera. Muchos lo tienen en su imaginario por sus acciones, una leyenda que a veces deambulaba por el Barrio Alto dejando sus huellas como por toda Almería, convertido en un personaje entrañable muy recordado por su peculiaridad.

Leo en un periódico que Luis el de los Perros llevaba sus acciones lejos de Almería, no quedaban limitadas a la capital. Regularmente viajaba hasta Barcelona como su destino habitual.

Ello le valió aprenderse de memoria y recitar sin error cada uno de los pueblos que atravesaba por la antigua carretera N-340 cuando viajaba en autobús de línea, y lo mismo cuando viajaba en tren, que se sabía el nombre de las estaciones de ferrocarril hasta la Ciudad Condal, con trasbordo obligado en Alcázar de San Juan.

Cuenta que Luís de los Perros se llamaba Luis Méndez Cañadas y vino al mundo en la década de 1920 en el paraje de la Huerta de Azcona, lo que hoy es la calle del poeta Paco Aquino con Padre Méndez o Avda del Mediterráneo.

La anécdota del periódico dice: "Creció enseñando a embestir a las cabras lecheras convertidas en miuras en el solar donde en la posguerra el Dr Domingo Artés Guirado abrió su prestigioso sanatorio quirúrgico, con fachada a la pelada Rambla salpicada de raquíticas moreras."





                                   
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cuando las cosas no iban bien en las familias del Barrio Alto de Almería

Tengo, como todos, recuerdos frustrantes de la niñez.  Eso que los nuevos entendidos de la psicología aplicada llaman traumas. Todos hemos c...