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miércoles, 30 de noviembre de 2022

Bar Texas, el histórico de rajar caña en el Barrio Alto de Almería

He de considerar que uno de los lugares donde llegaba a detenerme durante mis correrías con mi bicicleta o simplemente por comprar cañadú, estaba en este rincón del Barrio Alto.

La caña de azúcar nos gustaba a todos los niños. Por el barrio venían algunos señores con el carro repleto de cañas de metro y medio de largo. Raro que no acudiesen a la esquina del Texas.

Los feligreses del bar y otras personas que pasaban por la calle compraban cañadú que llevarse a sus casas para disfrute de sus niños y de la familia.

Los asiduos a este rincón del antiguo bar Texas, tenían la costumbre de jugarse el orgullo o unas copas, tal vez también algunas apuestas, en las que ponían a prueba la habilidad de cortar de cuajo cañas de azúcar de metro y medio de largo aproximadamente.

Sí, ya sé que hay muchos listillos expertos en cañadú que nunca en su vida han tenido en sus manos una caña.

El juego o la apuesta tenía unas normas que había que cumplir y que algunos que vivimos aquellos encuentros puede que hallamos olvidado.

Por eso hago este repaso imaginando las posibles normas que establecían los mismos cortadores de cañas del bar Texas:

1) La cañadú que te toque es la que tienes que rajar de cuajo sea ancha o estrecha.

2) Se sujeta la caña vertical agarrada con los dedos, afinando con la navaja o cuchillo el centro del cuajo.

3) Una vez que el cortador se encuentre dispuesto, la caña ha de ser lanzada al aire elevándola en vertical separando el cuchillo de cuajo.

4) El movimiento perfecto sucede cuando la cañadú baja en vertical por su propio peso, justo el momento que el cortador lanza un navajazo certero al cuajo con la afiliada hoja imprimiendo la fuerza necesaria para que se parta en dos antes de caer al suelo.

A base de ver los navajazos de los expertos cortadores, un día me dieron una caña pequeña un poco pesada y ancha. Cogí el cuchillo, hice el movimiento exactamente como los expertos del bar Texas, atiné en el cuajo y conseguí mi diploma de cortador de cañadú del bar Texas a la primera.

No me quiten mérito. Para cortar cañaduces tan largas y finas como las que ellos rajaban, me faltaba aún por crecer al menos un metro.

El secreto está en elevar bien vertical la caña y acertar con el cuchillo en el cuajo para que se abra por su propio peso.

Aquellos que perdían la apuesta era porque entre copa y copa iban perdiendo facultades.



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