Sin embargo cuando busco postales antiguas de Almería, aunque no lo crean, dentro del lienzo de la postal, entre la gente, me encuentro a mí mismo.
Pero no en todas las postales... Sin exagerar solo en algunas de finales de los años 60 y principios de los años 70 del pasado siglo XX.
Entonces reflexionando de modernidad me acuerdo que desde el bordillo de la entrada de mi casa en calle Martínez al final de la Plaza Hornero vi las primeras luces de la modernidad a punto de entrar en el Barrio o al menos en esta zona.
Quién no recuerda ir por la Carretera de Ronda con bombillitas miserables en cada esquina en plena noche sin una sola farola por kilómetros?.
Me acuerdo ir a clases de mecanografía en la Olivetti del centro de Almería y mi padre comprarme la bicicleta blanca Peugeot (la pujeot que yo le decía).
Fue esperarme al salir de clase y comprarme la bicicleta. Mi padre me hizo seguir por detrás su coche por toda la avenida de la estación del tren, llegar a la fuente de la estación de autobuses.
Se fue y me dejó solo remontando la carretera, pedaleando muy impresionado por la luz tan potente que generaba la dinamo de mi nueva bicicleta mientras escalaba la Carretera de Ronda toda para arriba alumbrado solamente por los faros de mi "Pujeot" porque no habían farolas por la vía.
Las luces de la modernidad se veían cuando me sentaba en la puerta de mi casa y miraba hacia Regiones a través de la Plaza Hornero.
Por entonces tenía viviendas en el frontal que miraban a la plaza y dejaban un callejón de salida a la Carretera de Ronda por el gran almacén de alpacas de paja del Pajero.
Sin embargo por este lado de la plaza había una cuesta que no hacía mucho la habían allanado. Y si antes se veían la parte alta de los edificios de Regiones, cuando quitaron la cuesta se veían al completo incluyendo la carretera.
Y cuando se fueron los de las casas a las 500 Viviendas que construyeron cerca de Ciudad Jardín y del Estadio de la Juventud, las de la plaza Hornero las echaron abajo. Se veía entonces incluso la parada del autobús justo enfrente y los coches de la época rugiendo para arriba y para abajo.
Ya no estaba la cuesta ni tampoco las casas. Teníamos la carretera de Ronda y las farolas que encendieron una noche tras meses de trabajos. Los vecinos se sentaron en la puerta a esperar para ver cómo se veían las farolas cuando la encendieron por primera vez.
Los días siguientes por la noche parecía un lujo ver pasar personas por la noche caminando hacia la Carretera Ronda y verlos cruzar a Regiones bajo la luz intensa de aquellas farolas.
Me daba la impresión que ya no estábamos protegidos por la cuesta y cualquiera que estuviese sentado en la puerta de su casa en Regiones nos veía y nos vigilaba.
La cuesta cuando la rebajaron, tuvieron mucho cuidado de dejar distancia para no tocar los cimientos de las casas. Por eso cuando pasas se nota mucho ese raro recortado en perpendicular con la hilera de casas que forman la esquina de la plaza Hornero con calle Morales.
Muchos años después volví por el barrio y encontré ese edificio horrible que impide ver Regiones y que cuando me fui era una obra que llevaba años abandonada.
La idiotez máxima la tiene el individuo que diseñó ese horrible hotel en el Barrio Alto. Y es que en el barrio se supone que la modernidad nunca llegó y pasó de largo a pesar de que encendieron las nuevas farolas de la Carretera de Ronda y la convirtieron en la gran vía por donde corría la luz.
El mundo aparte éramos nosotros, que seguimos teniendo en las esquinas de nuestras calles las mismas miserables bombillas del franquismo, reflexión que no interesa a algunos porque para ellos la culpa siempre la tienen los pobres.
La Carretera de Ronda se convirtió en la gran vía de escape y la plaza Hornero siguió siendo el templo de las hogueras de la niñez.
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