A mí me gustaba la incomprendida labor de ser delantero centro, posición que en basket o balonmano llaman pivote, que muchos "fieras de salón" llaman "estar de pescaera" y nadie entiende que consiste en un ardúo juego posicional para bloquear la defensa contraria.
Yo tenía y sigo teniendo un toque de cabeza precioso que nadie supo valorar ni aprovechar. Más aún la jauría de intrusos que usurpan las direcciones deportivas de muchos clubes.
La particular tropa de entrenadores de nueva hornada entienden por futbolista el individuo que se dedica a dar regates, seña de identidad de muchos clubes que tienen clavada el estigma de perdedores.
Muchos de mis amigos de la niñez en el Barrio Alto apuntaron con llegar a ser en el futuro grandes futbolistas. Pero yo siempre supe que faltaba algo que tenía mucho más valor que tener en el equipo a un regateador profesional que en cuanto se canse, le quitan el balón y no tiene fuerzas para recuperar.
Muchos clubes lo arreglan todo con dinero contratando futbolistas. Carecen de una tabla de entrenamiento que les podía ahorrar muchísimo dinero y muchísimos disgustos con jugadores que una vez contratados no rinden.
A veces pienso en lo que hubiéramos conseguido los futbolistas de la plaza Mula del Barrio Alto si la vida no nos hubiese llevado por derroteros graves y crueles arrastrados por circunstancias imposibles.
Sabiendo como soy pienso que en otras circunstancias hubiese llegado al mismo sitio de sabiduría atlética y personal donde estoy ahora. Tal vez de haber tenido una conexión fluida con mis amidos futbolistas de barrio hubiésemos sido capaces incluso de llegar a primera división goleando a palizas a los grandes clubes.
El problema es que por entonces yo no tenía conocimientos tan avanzados de entrenamientos de alta intensidad anaeróbica. Ni siquiera conocía mi sistema de Línea Roja.
Ni sabía que las rutinas basadas en "Circuitos" que se usan en el fútbol actualmente alcanzan como mucho un nivel patético tan mediocre como el 80% de la capacidad orgánica. Expresado en español, "cualquier persona en su vida diaria alcanza el 80% de su capacidad con solo agacharse y levantarse." Parece mentira que paguen tantos dinerales a entrenadores chatarra.
Por entonces yo era un niño de menor edad que la mayoría. Creo que algunos nos llevábamos meses pero en el grupo de la plaza Mula había también niños mayores que nos sacaban varios años.
Yo cuando me fui del barrio tenía aproximadamente doce años y donde me llevaron no existía la misma sociología futbolística que en el Barrio Alto y ni tan siquiera tenía a los amigos de la niñez.
En el barrio éramos poco más o menos un enjambre de niños que jugábamos al fútbol en ese particular descampado de la plaza Mula, un teatro de los sueños para ser un figura del fútbol mundial.
Cada día de nuestra niñez soñando en la escuela sentados en nuestros pupitres sin prestar atención a las aburridas explicaciones de los maestros de la época de los años 60 del siglo pasado.
Lo nuestro era soñar despiertos que metíamos un gol escalofriante colocados en una posición imposible rasgando el aire que levantaba, que de repente teníamos el maestro encima dándonos un toque con la regla de madera en las manos sacándonos del sueño.
"Qué coño estás haciendo?. Estás sordillo o qué?. Presta atención a la pizarra?." Y el maestro que nos ha jodido el gol dándonos un buen tirón de orejas.
En el Oriente CF no llegué a jugar pero nunca olvidé el San Lucas de don Lucas Verdegay.
Tampoco olvidé a los amigos futbolistas de la niñez: Lucas, Paco, Quino, Yubri, Antonio Soler, Joaquín, Juan Diego, Pío, Yoni, José Manuel, Rafa, Kempes, Paco, Tonda, Luís, Chacón, Emilio, José, mi hermano Pepe, Luus, Jesús, Moreno y Juan Antonio, Fajardo (no recuerdo su rostro pero sí su nombre), Antonio de calle Pescadores, Presenta.
Si a alguien no lo nombro que me lo diga.